sábado, 3 de marzo de 2007

Más Platón y menos pollo con almendras

El confucianismo (y por lo tanto el pueblo chino) considera que mirar hacia delante es el pasado, y hacia atrás el futuro. Esta cosmovisión viene motivada por el sencillo (y hasta cierto punto lógico) razonamiento de que el pasado se puede ver y el futuro no, por eso queda a nuestra espalda.

Creo que este dato resume perfectamente mi certeza casi absoluta de que las culturas china y occidental-cristiana sencillamente no se pueden entender más allá de un cierto nivel de 3 cosas: CONVIVENCIA (basado a veces en la indiferencia, y en todo caso, en los usos sociales), TOLERANCIA (fundamentado en buena medida en los intereses mercantiles que ambas partes comparten) y CURIOSIDAD (gente que en ambas direcciones se desplazan proactivamente al origen geográfico de la otra cultura).

Este planteamiento de tener siempre delante el pasado, es decir, algo que no se puede cambiar, y que no necesariamente fue bueno, me resulta conflictivo. Prefiero mirar al futuro e “imaginarme” lo que yo quiero que sea, pensar lo que sería ideal que fuera. Y el pasado tenerlo como un registro, como un fondo de biblioteca al que acudir cuando lo necesite. Conceptos tan comunes y fundamentales como “dejar el pasado atrás” o pensar en “dar mañana el siguiente paso hacia delante” dejan de tener sentido alguno en China. El pasado no se puede dejar atrás. Está delante. Por eso los chinos no olvidan nunca....

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